Celulares para ver películas de amor, celulares para sacar pasajes y viajar por amor, celulares para abrir aplicaciones que nos prometen amor. Acceso ilimitado en tiempo real, garantizado por compañías como Personal. Y la eterna pregunta: la conectividad, ¿a qué nos acerca?
El amor tal vez sea el gran tema de la humanidad. O al menos así se manifiesta en las diversas expresiones del arte: vemos películas de amor, escuchamos canciones de amor, leemos poemas de amor. Sufrimos por amor, viajamos por amor, nos alejamos por amor. Lo evitamos o lo buscamos. Y aunque desapercibidos a veces, los grandes mediadores actuales entre nosotros y él son nuestros celulares.
Conectados por el cable
Hubo una época en la que los teléfonos tenían un cable. Hubo, incluso, una época en la que los números se discaban. Antes, como ahora, las personas luchaban contra la soledad. Y la soledad era un poco más tangible: no existía internet, o al menos no existía el consumo masivo que tiene en la actualidad.
Existía entonces una pequeña grieta que los solitarios abrieron a fuerza de imaginación: los chats telefónicos. Salas virtuales para conocer gente: “¿Hombre o mujer?”, “¿Cómo te llamás?”, “¿Dónde vivís?”, “¿De qué signo sos?”. Chats para gays, para lesbianas, para heterosexuales. Pequeñas o grandes categorizaciones para achicar un poco el factor error.
Algo similar a lo que ocurriría cuando internet se popularizara y las computadoras llegaran a los hogares. ¿Qué treinteañero no recuerda todavía alguna novia de chat? ¿Quién no tiene incluso en su Facebook algún amigo forjado en la era de las salas de chat? Las limitaciones técnicas no escaseaban, la red solía estar conectada a la línea telefónica y había que elegir: se chateaba o se hablaba. La romántica era de imaginar la cara del interlocutor.
La llegada de los celulares
La llegada del celular trajo con ella posibilidades nuevas. Posibilidades específicamente pensadas para la lógica móvil. Claro que internet había introducido ya modos nuevos de conocer personas, como los mencionados chats, o incluso las redes sociales, como el Facebook, en el que la exposición de la imagen personal inauguró una nueva forma de construir identidades virtuales. Estamos hablando ahora de las aplicaciones diseñadas para conocer personas, las famosas “aplicaciones de citas”.
Según los datos de un estudio realizado por el Pew Research Center, 1 de cada 10 estadounidenses reconoce haber utilizado, al menos una vez, una aplicación de citas. Entre personas de 18 a 24 años, su uso es de un 22 %. Y 46 % de los entrevistados dijeron conocer por lo menos a una persona que se haya casado o mantenido una relación a largo plazo con alguien conocido por estas redes.
El 80 % de los usuarios las defiende como una buena manera de conocer a otras personas. En cuanto a los riegos, el 58% de las mujeres que tuvieron contacto con estas aplicaciones, las identifica como una opción más peligrosa que la tradicional práctica del cara a cara. Pero, en todo caso, la cita a ciegas no es una hija exclusiva de internet.
5 maneras de pautar una cita
La empresa Applause elaboró un listado de las mejores cinco aplicaciones de citas, fundado en el mínimo de 2000 reseñas de usuarios que cada una debía tener en Google Play y App Store.
- Según el mismo, la primera y mejor opción es OkCupid, una aplicación que ofrece un perfil realizado a partir de una serie de preguntas que podrían determinar en qué “porcentaje” puede haber afinidad con el interlocutor. Sugiere así una serie de opciones que pueden aceptarse con “Sí” y rechazarse con “No”.
- Happn es la segunda opción, que a los más tradicionales podría resultarles algo invasiva: utiliza los datos de ubicación del celular para mostrar fotografías de aquellas personas con las que compartiste un espacio (un parque, un boliche, una sala de espera), o estuvieron greográficamente cerca tuyo.
- Coffee Meets Bagel es, de algún modo, la más sobria: sólo ofrece dos o tres sugerencias de posibles afinidades al día, con el objetivo de una búsqueda más controlada, evitando así el frenesí de opciones interminables.
- Bumble, que también permite responder “Sí” o “No” a cada sugerencia, es una aplicación más bien dirigida a mujeres, quienes son las primeras en enviar la señal de interés. Es una buena opción para tener el control y evitar las cataratas de mensajes, en ocasiones inapropiados, de los varones interesados.
- Tinder fue la aplicación pionera en citas. Similar a las anteriores en su dinámica de marcar “Sí” y “No”, es de hecho la impulsora de ese formato. Habilita además la opción de “Super Like”, que sólo puede utilizarse limitadamente, y el armado de un perfil que incluye empleo y educación.
Registrar el amor
Para los más tradicionales, que desconfían de las aplicaciones de citas como un método válido para conocer personas, hay experiencias en las que los celulares no son únicamente vectores para fundar un vínculo, sino que son los canales para registrarlo. Hace pocas semanas, trascendió a través de twitter un conmovedor video realizado con registros de un celular y subido a la plataforma Vimeo.
“De los muchísimos, del mundo” es una pieza de videoarte que Luciano Ruiz, realizador audiovisual, elaboró con el material que recabó a lo largo de un año de relación con María. Con imágenes de su novia tomadas con una cámara profesional, y con algunas tomas en Súper 8, sumadas a una banda de sonido de Debussy y recortes de los audios de WhatsApp que ella le envío, construyó una conmovedora y sensible pieza de amor. Una pequeña respuesta para los que todavía se preguntan si los celulares, por sí mismos, alejan o no.